lunes, 25 de diciembre de 2017

Así es como la música hace que los niños se olviden de la pobreza en Kenia


A través de un programa educativo se pretende hacer que los niños aprendan a tocar un instrumento y olviden la pobreza.

Problemas sociales, hambruna, falta de agua potable, carencia extrema, brotes de enfermedades crónicas. Así se vive en Kenia, un país que alcanza apenas los 55 años como esperanza de vida para sus ciudadanos, una nación que no presenta para los niños un futuro amable.


                         

Justo en los niños es en donde El Sistema, una iniciativa creada en Venezuela, pretende impulsar a pequeños y adolescentes a interesarse en la música para, por lo menos, canalizar en una actividad su pasión y entusiasmo.

El Sistema Kenia (ESK) espera que al aprender a tocar un instrumento, se olviden un momento de sus carencias y que, si llegan a tener mayor interés en la música, puedan desarrollarse en ella profesionalmente en un país que les permita superarse en este rubro.
                                   
Creado en Venezuela en el año 1975 por el director de orquesta (y también economista) José Antonio Abreu, El Sistema es una iniciativa en la que distintos adolescentes trabajan con un grupo de niños enseñándoles a tocar instrumentos musicales.

                                     

La educación musical es su propósito, pero el objetivo primordial es provocar que los menores se distraigan dos veces por semana, aprovechando la energía que su edad les provee. «Los niños han sido lo más divertido», declaró al New York Times la profesora de clarinete Elly Owidi, «su energía, su compromiso, su interés y crecimiento es lo que me hace continuar».

Los profesores llegan de distintas partes del mundo, aunque algunos, como la violinista Karis Crawford, no tenían ni idea de la existencia de El Sistema y mucho menos imaginaron que terminarían dando clases a niños que sufren pobreza en Kenia.

«Una de las principales razones fue que vi que el sistema de educación pública de Kenia no les brindaba muchas esperanzas ni proyectos laborales a los chicos, en especial a los de barrios pobres», aseguró Crawford. «Las escuelas públicas no enseñan pensamiento crítico, a resolver problemas ni creatividad, y yo sabía que un programa de música como El Sistema podría cerrar esta brecha».

                            
                  

Aunque la pobreza azote a Kenia, los padres siguen enviando a sus hijos a las escuelas, con la esperanza de que algún día puedan realizar sus sueños, sea dentro de la música o no. Aunque se pensaba que no tendría éxito el programa, pues lo más importante es erradicar la pobreza en las familias, los padres de los alumnos asisten a los conciertos de sus hijos, aunque ellos no sepan tocar del todo y aunque, en sus vidas, hayan presenciado un recital.

Agradecen los niños, además, no tener que estar en las calles y sí aprendiendo nuevas habilidades musicales que les permitan tener el sueño de convertirse, algún día, en excelentes músicos.

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