
Steve Jobs fue
uno de los más grandes iconos del desarrollo de la alta tecnología,
comparado sólo con Bill Gates y en menor medida con Mark Zuckerberg. Es
mayormente conocido por su habilidad para crear productos tremendamente
innovadores que cambian el paradigma tecnológico del mundo.
Sin embargo, algo que se sabe menos acerca de Steve Jobs es que también
era un pionero de la “tecnología mental”. Era muy hábil como usuario de
la Meditación Zen de Mindfulness, la usaba para reducir los niveles de
stress, para ganar mayor claridad y para potenciar su creatividad.
De acuerdo con el Financial Times, Jobs era bastante específico en
cuanto a la práctica de esta disciplina. El biógrafo Walter Isaacson lo
cita diciendo:
“Si solamente te sientas y observas, notarás lo inquieta que es tu
mente. Si intentas calmarla, sólo lo haces peor, pero en el tiempo sí se
calma, y cuando lo hace, se abre un espacio para oír cosas más sutiles —
ahí es cuando tu intuición comienza a florecer y empiezas a ver las
cosas con mayor claridad y te sitúas en el momento presente. Tu mente
simplemente baja las revoluciones, y ves un expansión tremenda del
momento. Ves mucho más de lo que podías ver antes.” – Steve Jobs

Lo que Steve Jobs describe en este pasaje es rápidamente identificable
como un tipo específico de meditación, usualmente denominada como
“mindfulness”, que es enseñada en el Budismo Zen y su antecedente chino,
el Taoísmo.
Hoy en día está claro que Jobs vivía adelantado no sólo en el uso de la
tecnología computacional sino que en el uso de la tecnología de la
mente. De acuerdo con las autoridades del Scientific American
investigaciones recientes prueban que las técnicas de meditación que han
estado presentes durante miles de años tienen beneficios tanto para la
mente como para el cuerpo.
A continuación te presentamos el método que usaba Steve Jobs para entrenar su cerebro y así tener ideas brillantes:
1. Siéntate con las piernas cruzadas en un lugar silencioso,
preferiblemente en una almohada baja para reducir la tensión de tu
cuello y de tu espalda. Respira hondamente.
2. Cierra tus ojos y escucha tu propio monólogo interior, aquellos
pensamientos que corren por tu mente constantemente: trabajo, casa,
pantallas, lo que sea. Aquellos pensamientos son la cháchara del aspecto
más inquieto de tu mente, la “mente de mono”. No intentes detenerla,
simplemente observa cómo salta de un pensamiento a otro, sin juzgarla.
Has esto a diario durante cinco minutos todos los días de la semana.

3. Luego de una semana sin intentar de silenciar “la mente de mono”
durante la meditación, cambia tu atención hacia “la mente de buey”. Tu
mente de buey es la parte de tu mente que piensa lenta y
silenciosamente. Esta mente siente las cosas a tu alrededor. No intenta
de asignar un significado a las cosas. Simplemente mira, oye y siente.
La mayoría de las personas sólo escuchan a su mente de buey cuando
experimentan un momento que les “quita el aliento” donde temporalmente
se detiene el diálogo de su mente de mono. Sin embargo, incluso cuando
tu mente de mono te esté volviendo loco con su dale-dale-dale y
sigue-sigue-sigue, tu mente de buey sigue ahí, pensando sus pensamientos
lentos y profundos.
4. Una vez que te estés sintiendo más consciente de tu mente de buey,
pídele que comience a callar lentamente a tu mente de mono. Lo que me
funciona a mi es imaginar la mente de mono yendo a dormir debido al
lento caminar del buey mientras se traslada de un lugar a otro. No te
frustres si tu mente de mono se despierta una y otra vez, es un mono y
no puede evitar actuar como uno. Sin embargo, verás que, a pesar de las
protestas, tu mente de mono eventualmente igual querrá descansar en vez
de hacer todo es ruido.
5. En la medida que tu mente de mono se vaya calmando, continúa en
dirigir tu atención hacia tu mente de buey. Cada respiración parecerá
demorar cada vez más. Sentirás el aire sobre tu piel. Podrás sentir tu
sangre fluir por tus venas. Si abres los ojos, el mundo se verá
completamente nuevo e incluso un poco extraño. Una ventana, por ejemplo,
se convierte en un simple cuadrado lleno de luz. No necesita ser
abierta ni cerrada, ni limpiada ni reparada, nada. Simplemente está ahí.
Simplemente tú estás ahi.

6. Puede que tome un buen tiempo el poder llegar a este punto, pero
mientras hagas el ejercicio correctamente sentirás que avanzas a pasos
agigantados en la observación de la mente. En la medida que vayas
teniendo éxito con cada uno de estos pasos, proponte ir dedicando cada
vez más tiempo a la meditación. Extrañamente, sin importar cuanto
practiques, siempre sentirás que el tiempo vuela haciendo estos
ejercicios mentales.
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