martes, 7 de noviembre de 2017

Estudio señala que todos los perros modernos podrían haber evolucionado de lobos alemanes

No es algo nuevo, desde hace ya mucho tiempo se sabe que, entre 10 mil y 30 mil años atrás, los seres humanos comenzamos a domesticar a los lobos más dóciles, que probablemente se acercaban a los asentamientos atraídos por los restos de comida o mera curiosidad.


Con el tiempo, los criamos y poco a poco los fuimos cruzando selectivamente para crear las cientos de razas de perros domésticos que existen en la actualidad.

Pero un documento de Comunicaciones de la Naturaleza presenta un nuevo estudio de genetistas liderados por un equipo de la Universidad de Stony Brook. Estos investigadores tomaron muestras genéticas de dos perros neolíticos (“Nueva Edad de Piedra”), encontrados en varios sitios arqueológicos de Alemania, y una muestra adicional de los restos de un perro en Irlanda. Dos de ellos tenían alrededor de 4.750 años y el otro unos 7.000 años de antigüedad.

Compararon el genoma entero con el de millares de perros y lobos europeos modernos, encontrando que los genomas no eran ni remotamente tan disímiles como esperaban. De hecho, eran notablemente similares.

Esto sugiere que tanto los perros modernos como los antiguos tienen una raíz genética común, que (al menos en Europa) se ha mantenido relativamente intacta y sin diluir, por así decirlo, durante miles de años.

Pero aquí entramos en terrenos pantanosos, ya que no es posible asegurarlo a ciencia cierta debido al cruzamiento indiscriminado y constante de los linajes modernos y ancestrales del perro que se ha llevado a cabo a través de la historia. Seguir el camino de su evolución genética en esas condiciones es una tarea absolutamente difícil y caótica.


Este estudio estaría implicando que todos los perros modernos, en última instancia, tienen un solo origen geográfico, que probablemente sea Alemania, o al menos Europa Central.
Sin embargo, para que todo esto sea confirmado, se necesitan más muestras genéticas de restos de perros antiguos procedentes del sudeste de Asia, Sudamérica y Oriente Medio.


Vale la pena mencionar en este punto que los restos más antiguos que se pueden atribuir a los perros domésticos, Canis lupis familiaris, son fragmentos de hueso de mandíbula que se encontraron en Alemania y que datan de 14.700 años (sugiriendo que ese territorio era un centro clave de domesticación y crianza).

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