martes, 7 de noviembre de 2017

Decidieron mostrarnos que la fiera puede ser mascota y terminaron siendo las mascotas de la fiera

¿Es posible adoptar un león como mascota? Esa fue la pregunta que se hizo la familia de Melanie Griffith cuando decidieron convivir durante años con una fiera en su casa. El resultado: no siempre el amor lo domestica todo.


Cultura y naturaleza son, en realidad, dos ámbitos en contradicción. Lo natural, asociado al mundo que permanece aún sin conquistar: salvaje, incivilizado y fuera de norma social; lo cultural, el espacio del hombre: lo propiamente humano, civilizado y social. Cada vez que intentamos aventurarnos sobre la naturaleza, pretendemos conquistar una porción de ese terreno natural. Así, muchas personas se han visto tentadas, por ejemplo, a demostrar que es posible domar a una fiera.

La famosa y bella actriz, Melanie Griffith, fue testigo durante su adolescencia de lo complicada que puede ser la crianza de un león en casa.


La madre de Melanie, Tippi Hedren, decidió domar un león.

Su intención, realmente, era domesticar a la fiera para filmar una película que se llamaría Roar.

El problema era que no solo se trataba de darle amor a la fierecilla, sino de recibirlo. Y cuando recibes cariño de un león, cualquier cosa puede ocurrir; incluso, tu cabeza puede terminar en su boca.

El león, a quien llamaron Neil, creció y su enorme tamaño y peso pronto fueron un problema. Jugar era el menor de los problemas, la cuestión era escapar de sus garras y filosos dientes.

Aunque Neil se mostraba amable y se comportaba como un animal doméstico, su propia naturaleza salía a relucir a cada rato y no faltaban heridos en la casa. No siempre las heridas se debieron a su naturaleza salvaje y depredadora, sino a su torpeza.

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